La importancia de los límites

Los límites son una pieza fundamental para el autorrespeto y el autocuidado, porque ponemos nuestras necesidades en primer lugar. Nos ayudan a conocernos y a que los demás nos conozcan también.
Nos permiten crear y forjar relaciones sanas. Favorecen que la comunicación pueda ser honesta y a que vayamos en consonancia entre lo que sentimos y lo que hacemos.
Los límites crean seguridad física y emocional al alejarnos de situaciones o personas que nos hacen daño. Nos ayudan a saber cuándo decir sí o no.
Establecer límites nos ayuda, por tanto, a poner nuestros valores como prioridad y a identificar nuestras emociones y necesidades.
Preguntarnos: ¿cómo estoy? ¿qué necesito? Y atender a esa necesidad independientemente de que agrade o no a los demás.
Poner límites es respetarnos, querernos y cuidar de nosotros mismos, a pesar de correr el riesgo de no agradar o, incluso, decepcionar a otras personas.
Es importante entender que por más que queramos, no podemos agradar a todo el mundo. Y decir "no" o "hasta aquí" cuando algo no nos apetece o no nos gusta, es un acto de amor propio.
¿Por qué nos cuesta tanto poner límites?
Saber decir "no" y establecer límites no es nada fácil, pero es muy necesario para sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás. Poner límites, sobre todo con personas que queremos, puede resultar una tarea difícil. Pero en el momento en el que se ven afectados nuestros valores o nuestra autoestima, debemos poner un límite.
Nos cuesta poner límites porque:
- Tenemos miedo al conflicto.
- Después nos sentimos culpables.
- No queremos parecer egoístas o malas personas.
- Tenemos miedo a que puedan juzgarnos o criticarnos.
- Creemos que van a dañar la relación o a la otra persona.
- Tenemos miedo a ser rechazados, a no ser aceptados o a quedarnos solos.
- Nos sobreimplicamos y nos hacemos responsables de las necesidades de los demás y de cosas que no nos pertenecen (como digo yo siempre en sesión: cargamos en nuestra mochila "piedras" que no son nuestras).
Pensamientos como: "Primero son los demás, después ya voy yo", "Van a pensar que soy un egoísta", "Siempre tengo que estar ahí", "Si total, no me cuesta nada" … Todo esto hace que nos cueste poner límites.
Pero, es necesario saber que, establecer límites no significa hacerlo de manera agresiva ni ser bordes con la otra persona. Podemos hacerlo siendo empáticos y respetando a los demás, expresando nuestro punto de vista de forma asertiva.
Lo más importante es saber escucharnos y respetarnos a nosotros mismos, teniendo la autoconfianza suficiente para decir "no" a pesar de que otros puedan disgustarse.
Menú
¿Qué son los límites y por qué son tan importantes?
Rut López
Los límites son una pieza fundamental para el autorrespeto y el autocuidado, porque ponemos nuestras necesidades en primer lugar. Nos ayudan a conocernos y a que los demás nos conozcan también.
Nos permiten crear y forjar relaciones sanas. Favorecen que la comunicación pueda ser honesta y a que vayamos en consonancia entre lo que sentimos y lo que hacemos.
Los límites crean seguridad física y emocional al alejarnos de situaciones o personas que nos hacen daño. Nos ayudan a saber cuándo decir sí o no.
Establecer límites nos ayuda, por tanto, a poner nuestros valores como prioridad y a identificar nuestras emociones y necesidades.
Preguntarnos: ¿cómo estoy? ¿qué necesito? Y atender a esa necesidad independientemente de que agrade o no a los demás.
Poner límites es respetarnos, querernos y cuidar de nosotros mismos, a pesar de correr el riesgo de no agradar o, incluso, decepcionar a otras personas.
Es importante entender que por más que queramos, no podemos agradar a todo el mundo. Y decir "no" o "hasta aquí" cuando algo no nos apetece o no nos gusta, es un acto de amor propio.
¿Por qué nos cuesta tanto poner límites?
Saber decir "no" y establecer límites no es nada fácil, pero es muy necesario para sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás. Poner límites, sobre todo con personas que queremos, puede resultar una tarea difícil. Pero en el momento en el que se ven afectados nuestros valores o nuestra autoestima, debemos poner un límite.
Nos cuesta poner límites porque:
- Tenemos miedo al conflicto.
- Después nos sentimos culpables.
- No queremos parecer egoístas o malas personas.
- Tenemos miedo a que puedan juzgarnos o criticarnos.
- Creemos que van a dañar la relación o a la otra persona.
- Tenemos miedo a ser rechazados, a no ser aceptados o a quedarnos solos.
- Nos sobreimplicamos y nos hacemos responsables de las necesidades de los demás y de cosas que no nos pertenecen (como digo yo siempre en sesión: cargamos en nuestra mochila "piedras" que no son nuestras).
Pensamientos como: "Primero son los demás, después ya voy yo", "Van a pensar que soy un egoísta", "Siempre tengo que estar ahí", "Si total, no me cuesta nada" … Todo esto hace que nos cueste poner límites.
Pero, es necesario saber que, establecer límites no significa hacerlo de manera agresiva ni ser bordes con la otra persona. Podemos hacerlo siendo empáticos y respetando a los demás, expresando nuestro punto de vista de forma asertiva.
Lo más importante es saber escucharnos y respetarnos a nosotros mismos, teniendo la autoconfianza suficiente para decir "no" a pesar de que otros puedan disgustarse.
¿Cómo establecer límites efectivos?
- Observa de forma consciente las emociones y pensamientos que te resultan incómodos (derivados de la falta de límites).
- Acepta que se han traspasado tus límites y responsabilízate de ello (mira a ver qué haces con ello y cómo te haces cargo de esa situación).
- Identifica tus necesidades y tus límites (¿qué necesitas? ¿qué límite es necesario poner?).
- Acepta las posibles consecuencias imaginarias de establecer el límite (las consecuencias que crees que habrá cuando pongas ese límite y acéptalas).
- Utiliza la asertividad para establecer el límite de una forma clara.
- No debatas, defiendas ni te justifiques demasiado. Es tu límite y está bien.
- Mantente fuerte respecto a tu límite y no te rindas. Es tu límite, hazlo respetar y, por tanto, respétate a ti mismo.
Algunas formas de poner límites:
- Elemental: "No puedo, lo siento", "Por favor, deja de hacer esos comentarios, me están molestando"
- Empatía: "Entiendo cómo te sientes, pero hacer esto que me pides a mí me agobia", "Se que estás frustrado, pero yo no formo parte de este problema"
- Banco de niebla: "Es muy buena idea, pero ya tenía pensado hacerlo de esta forma", "Aprecio tu opinión, pero ésta es mi decisión", "Respeto tus creencias, pero no las comparto".
- Aplazamiento: "Hoy estoy hasta arriba, lo siento, mañana te puedo ayudar"
- Disco rayado: "Como ya te dije, me duele cada vez que haces eso", "Te vuelvo a repetir, me duele cuando haces eso, deja de hacerlo, por favor".
- Acuerdo: ¿Podemos buscar otro día para hacer este plan que me propones?
Algo que suelo trabajar a menudo en sesión y que nos puede ayudar a comunicar los límites con asertividad y de manera sana, son los mensajes "YO", es decir, hablar sobre mí, sobre mis necesidades y sentimientos, no sobre el otro (mensajes "TÚ").
Por ejemplo: "Yo me siento ofendida" (mensaje "yo") en vez de "Tú me has ofendido" (mensaje "tú") o "Yo me siento dolida cuando dices eso", en vez de "Tú me has hecho daño".
Te dejo por aquí algunas preguntas para reflexionar
¿Qué tal llevas poner límites? ¿Cuántas veces has dejado tus necesidades en un segundo plano? ¿Cuántas veces has cedido o te has callado y has dicho "sí" cuando en realidad querías decir "no"? ¿Cómo te has sentido después? ¿Qué es lo que más te cuesta de poner límites?
Te animo a que lo pongas en práctica. Di "no" cuando quieras decirlo, pon límites y descubre si eso que estás anticipando es cierto. Y si lo es, ¿qué sería lo peor que podría pasar?
Fuente: https://centrodepsicologiamte.com/que-son-los-limites-y-por-que-son-tan-importantes