Transdiagnóstico

**El nuevo paradigma del transdiagnóstico en neuropsicología y psiquiatría**
En los últimos años, la neuropsicología y la psiquiatría han comenzado a adoptar un cambio de paradigma que cuestiona los límites rígidos de las clasificaciones diagnósticas tradicionales, como el DSM y la CIE. Este enfoque emergente, conocido como **modelo transdiagnóstico**, plantea una comprensión dimensional de la psicopatología, centrada en los procesos cognitivos, emocionales y neurobiológicos que subyacen a múltiples trastornos mentales (Dalgleish et al., 2020; Mansell et al., 2009).
El modelo transdiagnóstico se basa en la evidencia de que diversos trastornos comparten **mecanismos comunes**, tales como la desregulación emocional, los sesgos atencionales, los déficits en la inhibición de respuesta o los patrones de pensamiento rumiativos. Estos procesos subyacentes pueden manifestarse de distintas formas sintomáticas, pero responden a **circuitos cerebrales y funciones ejecutivas compartidas** (McTeague et al., 2017). Este enfoque permite trascender las categorías clínicas, enfocándose en las funciones afectadas y no solo en los síntomas observables.
Desde la **neuropsicología**, el paradigma transdiagnóstico ofrece herramientas para una evaluación más funcional, identificando perfiles cognitivos que no siempre se ajustan a una etiqueta diagnóstica específica. Por ejemplo, déficits en la memoria de trabajo o la flexibilidad cognitiva pueden estar presentes tanto en pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo como con trastorno depresivo mayor, lo que evidencia una **dimensión cognitiva compartida** (Snyder et al., 2015).
En el ámbito de la **psiquiatría**, esta perspectiva ha sido impulsada por proyectos como el **Research Domain Criteria (RDoC)** del Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU., que propone una clasificación basada en **sistemas neuroconductuales** observables y medibles, en lugar de categorías diagnósticas fijas (Insel et al., 2010). Esta iniciativa busca integrar hallazgos de la neurociencia, la genética y la psicología en un marco comprensivo que refleje la complejidad de los trastornos mentales.
El paradigma transdiagnóstico tiene también implicancias clínicas relevantes: favorece la **personalización del tratamiento**, permitiendo intervenciones dirigidas a procesos disfuncionales transversales (por ejemplo, la regulación emocional o el control atencional), y no solo al síndrome diagnóstico. Además, promueve una **comprensión dimensional del sufrimiento psíquico**, más acorde a la variabilidad y continuidad del funcionamiento mental en la población general.
En síntesis, el modelo transdiagnóstico representa un cambio profundo en la forma de conceptualizar, evaluar e intervenir en los trastornos mentales, ofreciendo un marco más dinámico, integrador y científico que responde a las limitaciones del enfoque categorial tradicional.
Combinar el enfoque transdiagnóstico con el uso de criterios y códigos del DSM-5
A pesar de las limitaciones conceptuales del modelo categorial del DSM-5, su uso continúa siendo necesario por razones clínicas, comunicacionales, legales y administrativas . Por ejemplo, los códigos de diagnóstico son requeridos para registrar historias clínicas, establecer coberturas médicas, coordinar equipos interdisciplinarios y guiar ciertas decisiones terapéuticas. En este contexto, el enfoque transdiagnóstico no reemplaza al DSM, sino que lo complementa .
1. El diagnóstico como punto de partida, no como fin
El DSM-5 permite delimitar un cuadro clínico de manera operativa. Sin embargo, desde el enfoque transdiagnóstico, se considera que el diagnóstico no explica el sufrimiento , sino que lo describe . A partir de allí, el trabajo clínico se orienta a explorar los procesos subyacentes comunes que podrían estar sosteniendo los síntomas, tales como:
- desregulación emocional
- patrones rumiativos o evitativos
- déficits en funciones ejecutivas
- hiperactivación de sistemas de amenaza
2. Evaluación transdiagnóstica en paralelo al diagnóstico formal
Se puede usar el código DSM como "etiqueta necesaria" para documentación, pero a la vez realizar una evaluación funcional del paciente que incluya dimensiones transdiagnósticas. Por ejemplo:
Diagnóstico: F32.1 (Trastorno depresivo mayor, moderado)
Evaluación transdiagnóstica: rumiación persistente, evitación experiencial, baja flexibilidad cognitiva, desregulación del sistema de recompensa. no
Esta doble mirada enriquece la formulación clínica y permite diseñar intervenciones más específicas y eficaces , basadas en procesos.
3. Intervención basada en procesos más que en etiquetas
En la práctica clínica, el enfoque transdiagnóstico guía tratamientos centrados en los mecanismos comunes , independientemente del diagnóstico formal. Por ejemplo, la Terapia de Regulación Emocional (Gross, 2014) o la Terapia de Procesos (Hayes et al., 2019) se enfocan en cambiar patrones transversales más que en aplicar protocolos para trastornos específicos.
4. Comunicación profesional clara y flexible
El uso del DSM permite comunicarse con otros profesionales de forma estandarizada, mientras que el lenguaje transdiagnóstico favorece la formulación compartida , el trabajo interdisciplinario y la adaptación de tratamientos. Saber usar ambos lenguajes y traducir entre ellos es parte del rol del terapeuta actualizado .
Conclusión
El modelo transdiagnóstico no niega la utilidad de los criterios diagnósticos del DSM-5, sino que invita a superar su rigidez y enriquecer la comprensión del paciente a través de una mirada funcional, dimensional y basada en procesos. El desafío actual no es elegir entre uno u otro, sino integrarlos estratégicamente para lograr una práctica clínica más coherente con la complejidad del funcionamiento mental humano.
**Referencias**
- Dalgleish, T., Black, M., Johnston, D., & Bevan, A. (2020). Transdiagnostic approaches to mental health problems: Current status and future directions. *Journal of Consulting and Clinical Psychology, 88*(3), 179–195.
- Insel, T., Cuthbert, B., Garvey, M., et al. (2010). Research Domain Criteria (RDoC): Toward a new classification framework for research on mental disorders. *American Journal of Psychiatry, 167*(7), 748–751.
- Mansell, W., Harvey, A., Watkins, E., & Shafran, R. (2009). Conceptual foundations of the transdiagnostic approach to CBT. *Journal of Cognitive Psychotherapy, 23*(1), 6–19.
- McTeague, L. M., Goodkind, M. S., & Etkin, A. (2017). Transdiagnostic impairment of cognitive control in mental illness. *Journal of Psychiatric Research, 83*, 37–46.
- Snyder, H. R., Miyake, A., & Hankin, B. L. (2015). Advancing understanding of executive function impairments and psychopathology: Bridging the gap between clinical and cognitive approaches. *Frontiers in Psychology, 6*, 328.